roma x4
30 viernes Abr 2010
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in26 lunes Abr 2010
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inEl primer Streets of Philly sucedía en una iglesia baptista, y como estamos en el país de los muchos y variados cultos, las probabilidades de que la jugada se repitiera eran altas. Esta vez se trata de la First Unitarian Church, afamada por lo enrollados y abiertos que son, quieren crear communitas y hasta son gayfriendly. Tal vez un vistazo a la página valga la pena.
Pero al otro lado del más allá de sus posibilidades espirituales diurnas, esta iglesia alquila sus dependencias a una compañía que se dedica a organizar conciertos casi cada noche. Varios estilos, en general todo lo que se lleva, lo último que va produciendo el país del nonstop: indie, pop, rock, folk. La situación no puede ser más atractiva: por un lado, la sala que alberga el altar mayor lo ocupan conciertos de gente más conocida, unas 400 personas caben ahí, por otro, la pequeña e independiente capilla lateral la reservan a conciertos más íntimos, en los bancos corridos no se sientan más de 100 personas y se crea un ambiente como de sala de estar. Agradable. La acústica es estupenda, claro, y las vidrieras de los laterales te trasladan a donde tú quieras (a tu infancia de nene católico, a una excursión del colegio a la catedral de alguna ciudad castellana, a las pelis de Harry Potter) y el precio nunca sube de 12 dólares por escuchar a Fleet Foxes, Elvis Perkins o Joanna Newsom, aunque me irrite su voz de «soy rarita».
Todo un privilegio tal vez solo posible a costa de vivir (y sufrir, oh cielos) en el país donde todo, todo, todo tiene un precio que no se esconde (por perder la tarjeta de la biblioteca hay que abonar). Las charletas ceremoniosas dan paso a conciertazos en el mejor espacio que imagino para escuchar música. Iniciativas como esta me llevan siempre, ay inevitable regreso, a compararlo con la escena musical de Madrid. La verdad es que no tengo mucha idea del tema, pero como visitante ocasional de conciertos hay que admitirlo, no tenemos muchos ni buenos locales de música, las salas grandes están casi exclusivamente gestionadas por empresas multinacionales y los precios de grupos internacionales doblan e incluso triplican los que me voy encontrando por aquí. En Philadelphia hay muchos pequeños y medianos bares-locales donde se organizan gigs (qué mal le mirarían a uno si se atreviera a usar esta palabreja por aquellas tierras), también se encargan de traer a grupos europeos pero no por eso suben el precio, así que a ver cómo nos explicamos ahora que el concierto de Yo la tengo cueste 28 euros en La Riviera.
Otro motivo de alegría primaveral y que de nuevo marca una diferencia fluorescente con la madre patria son los super yardsales, sí, a lo cuento de Carver, en esos patios donde se va cociendo el drama hasta que explota, pero en cualquier esquina o puerta de la ciudad. Puedes sacar a la calle tus cositas, tu ropa usada, tus trastos, tus muebles, tus diccionarios de idiomas y demás artefactos de tiempo, puedes poner una mesita con todo encima o sacar percheros o como vayas viendo que te es más ventajoso. Y ale, a ver si alguien pasa y quiere algo de lo que tú ya no vas a necesitar. Intente alguien hacer esto en Madrid. ¿Será que con hacerlo ilegal consiguen que lo asociemos a tres a o cuatro sábanas en el suelo con tenedores viejos, una zapatilla y una VHS medio derretida?
Sí, aquí el capitalismo es extremo por ser padre, uno y trino, y sí, por eso los resultados de su largo recorrido hacen difícil escapar, agrede y seduce, pero precisamente su longevidad y exceso dan a luz alternativas mucho más alternativas (sí, dos veces). En el sótano de una iglesia (de nuevo los templos, es que la ayuda social en este país pasa en gran medida por los locales de dios) tienen montado un taller-almacén de bicicletas donadas; llegas, pagas casi nada por la bici y si le falla algo, te enseñan a arreglarla. Taller del Patio Maravillas pero con el añadido del objeto físico bici.
Aquí todo abunda y rebosa y excede el imaginario de lo que un solo hombre puede abarcar, así que ese mismo hombre lo quiere todo mucho y más.
Olvido Rellanos
21 miércoles Abr 2010
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inEl Colectivo de la ETSAM Paisaje transversal finalizaba la semana pasada un taller con el sugerente nombre de Cartas de Navegación Urbana. El taller se abría con un ciclo de cine, entre otras La Jetée (Chris Marker, 1962) y A propos de Nice (Jean Vigo, 1930) , Ambas películas de culto, en blanco y negro, mudas, inquietantes, desagradables incluso, sin todos los retoques y efectos a los que nuestro ojo espectador nos tiene hoy más que acostumbrados. Muestran un universo hoy marciano, grotesco, lejano y quizá por eso enganchan a la vez que extrañan. Hablan de ciudades y de espacios particulares, desde la claustrofobia de un mundo post-atómico a las grandes explanadas y espacios diáfanos que deberían sugerir la felicidad; o una Niza en fiestas, imágenes costumbristas, bailes, juegos, con la nostalgia y el cariño a lo cotidiano.
Luego llegaron las conferencias; profesores, arquitectos urbanistas, sociólogos, amientólogos, colectivos, catedráticos, que ahondaron en las distintas formas de abordar la ciudad. Carlos Verdaguer, con una visión más histórica y artística desde el situacionismo y sus autores, nos mostraba cómo esta vertiente había dado lugar a vivir la ciudad desde la deriva, desde una pérdida total de destino. La ciudad deja de ser la máquina de habitar del movimiento moderno y se convierte en un ir y venir sin definición, un deambular con las percepciones, con las distintas situaciones que a modo de escenario vivido se van sucediendo. Un ejemplo son los espectaculares dibujos-planos-manifiesto de Guy Debord (1931-1944). También acudieron los Ingenieros sin Fronteras, con una visión urgente y humana de la situación, volcados en perfeccionar y explicar las herramientas más útiles, económicas y eficaces para nuevos asentamientos. La asociación de El Deseo de Andar desde la lírica de las esquinas adorables que toda ciudad tiene o debería tener, y nos muestran interesantes proyectos de actuaciones urbanas como el trabajo de Antonio Montesinos. El catedrático José Antonio Corraliza sorprendió con una exposición más que interesante sobre los distintos tipos de paisaje relacionados con la vida humana (seguirá participando en las jornadas de Paisaje y Vida humana que hasta mayo se celebran en La Casa Encendida).
Y finalmente, durante la siguiente semana el taller de trabajo. El punto de partida: una deriva. El resultado final: un documento gráfico o en soporte digital. Los participantes: estudiantes de arquitectura, bellas artes, ambientales y forestales. A partir de ahí todo vale. Consecuencia: resultados para todos los gustos. Desde perderse por Madrid buscando una excusa cualquiera (por ejemplo perseguir y fotografiar el rojo, hasta que otro rojo cruce tu camino, lo que dio lugar a subir y bajar la Gran Vía durante horas). O llegar a un barrio desconocido y acabar jugando al escondite y plantear una ciudad cuyo espacio urbano se organice para optimizar todo tipo de juegos. O pasando por las redes abiertas en internet para que la participación ciudadana se estire hasta la náusea del consenso.
Conclusión: la ciudad, nuestras ciudades, están enfermas, no hay más que ver una calle de cualquiera de los barrios periféricos para corroborarlo (la fantasmal Sanchinarro sin ir más lejos) o intentar tardar menos de dos horas diarias para moverte de tu casa al trabajo. Vivir en el centro es un lujo. Habría que preguntarse por qué nos gusta tanto (encontrar un portal cada 20 metros, ir andando a por el pan, poder jugar en la calle) y sin embargo las nuevas construcciones apuestan por la antítesis absoluta (manzanas cerradas con su patio atrincherado y ajardinado para que a nadie se le ocurra salir a jugar a la calle y con un portal por más de 100 metros de fachada a la cual accedes en coche). Es imposible que todos vivamos en el centro pero merece la pena pararse a pensar en si los nuevos espacios públicos que se proyectan hoy son los restos que deja el espacio privado, porque al final es la calle una de las herramientas más potentes para humanizar y vivir la sociedad.
JULIA GENAU
18 domingo Abr 2010
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inIvette
Nos volvemos locos. Yo, hombre; tú, sombra. En los espejos del manicomio los contornos de las mujeres perdidas. Las cabelleras que salen gritando de los gabinetes de cita. Odette con una enfermedad blanca en los ojos. Suzenne, con un seno cortado, pero que todavía es su seno, su amante. Ivette y su pierna de caucho con la que tiene conversaciones dolorosas. Ivette, sus largas uñas de primavera arañan los listones del cielo, las nubes también de goma del cafard. Ivette, líquida en el espejo o alta en las orquídeas. Perdida del día, atardecida. Baja en la sombra. Ivette vuelve la noche música cerrada. Sus manos desveladas toman el silencio de las fuentes, el vago amor. Los ojos de Ivette se abren a la altura de las flores. Suben la línea del perfume, el harén del aire. Ivette, delgada en la luz; el vaivén de su cuerpo serena los celajes. Desde las nubes a un temblor nocturno, el cuerpo de Ivette arde. Tomaría la continuidad del color que ella dispone para el goce y para el crimen.
***
He venido al mundo desde donde naces en línea; he llegado con tus ojeras. Voltea la noche y me verás en las colinas del alba, entre tus brazos, en la corriente interior de tu piel. Me siento un predestinado de la media luna en el diálogo con Venus. Podría hacer de geometría: exaltación. Tú me conduces a un lugar por el que jamás he caminado. Pierdo el íntimo equilibrio que ya es tuyo. Puedo jugar con tu destino como con un cabrita. A mi antojo y deleite en el crimen rosado de tus uñas.
***
Anoche fuiste noche. Mi mismo sueño. Saliste de mí como de una ducha. Yo tuve el sentido del agua en tus costados. Recién, fuiste tú salida de mí. Vuelta a mí. En mí. Antes nunca habías sido. Te sentí en tus lentos pies. En tu apenas tierra después de nuestro goce.
La oscuridad de tu vientre me limitó en paraíso. Yo sentí miedo peludo, sexual, de carpa de circo en soledad.
Tu goce es el único misterio que quiero poseer en sismógrafo.
El goce de la mujer es tan fino, que puebla al hombre y pasa sus tejidos mejor que los rayos X.
Yo no sé hasta dónde se me fuga la mujer en el goce.
Siento celos de las condiciones sexuales del hotel.
***
Xavier Abril nació en Lima en 1905. Su libro Hollywood fue publicado en Madrid (1931) con el subtítulo Relatos contemporáneos y constituye una recopilación de varios textos nacidos de sus viajes por Europa.
14 miércoles Abr 2010
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inAcuarela es quizá el tema más conocida de Toquinho, cantautor brasileño de larga carrera musical, en la que ha compartido trayectoria con Chico Buarque o Vinicius de Moraes, entre otros. Acuarela nació a ritmo de bossa-nova a principios de los 80 y ha sido traducida a diferentes idiomas, refundida y versionada por diferentes grupos.
La versión española más conocida es probablemente el reggae que compuso Seguridad Social en 1995 y gracias al cual muchos llegamos a la primitiva versión brasileña. Aquí les dejamos las dos. Disfrútenlas.
09 viernes Abr 2010
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inGuerra de los 30 años. Madre Coraje, vendedora ambulante que vive de la miseria de la guerra, acompaña al ejército sueco acoplándose a las victorias de católicos y protestantes según la situación convenga. Una historia que se puede aplicar al XVII, a la época nazi en que fue escrita (1939) y a hoy día. Bertolt Brecht reflexiona sobre la guerra. Aquí les dejamos unas muestras para que se hagan una idea.
1629. Madre Coraje, sus hijos y su carro están prisioneros con una parte de un regimiento finlandés. Están también el predicador, más que acoplado a Coraje, y el cocinero.
EL PREDICADOR: No se ponga sentimental, cocinero. Morir en la guerra es una gracia del cielo y no una desgracia, ¿por qué? Porque es una guerra de religión. No una guerra corriente sino muy especial, en la que se lucha por la fe y que, por consiguiente, resulta agradable a Dios.
EL COCINERO: Eso es verdad. En cierto sentido, es una guerra en la que se incendia, se acuchilla y se saquea, sin olvidar alguna que otra violación, pero es diferente de todas las otras guerras porque es una guerra de religión, eso es evidente. […]
***
Poco después, Madre Coraje, buitre superviviente, habla con el predicador. Uno de los muchos intentos de justificación de su actitud carroñera.
EL PREDICADOR: La leche es buena. Por lo que se refiere a la cantidad, tendremos que moderar un poco nuestro apetito sueco. Hemos sido derrotados.
MADRE CORAJE: ¿Quién ha sido derrotado? Las vistorias y derrotas de los peces gordos de arriba y las de los de abajo no siempre coinciden, en absoluto. Hay casos incluso en que, para los de abajo, la derrota se ha traducido en beneficio. Se ha perdido el honor, pero nada más. Recuerdo que una vez, en Livonia, nuestro capitán recibió tal paliza del enemigo que, en la confusión, conseguí un caballo blanco del bagaje , que tiró de mi carro durante siete meses, hasta que vencimos y me lo requisaron. En general, se puede decir que a nosotros, la gente corriente, la victoria y la derrota nos salen caras. Lo mejor para nosotros es que la política no se agite mucho. […]
***
1632. Ingolstadt (Baviera). Entierro de Tilly, capitán de los Lasquenetes del imperio, que ha caído. Conversaciones sobre la guerra, sobre la paz, sobre el beneficio de las dos.
MADRE CORAJE: ¿Entonces no cree que la guerra podría terminar?
EL PREDICADOR: ¿Porque haya muerto el gran capitán? No sea niña. De esos se encuentran a docenas, héroes hay siempre.
MADRE CORAJE: Oiga, no se lo pregunto por nada, sino porque estoy pensando si debo comprar pertrechos, ahora que se pueden conseguir baratos; si la guerra termina, serían para tirar.
EL PREDICADOR: Comprendo que para usted es serio. Siempre ha habido gente que va por ahí diciendo: «Alguna vez terminará esta guerra». Pero yo digo que no estoy seguro de que acabe alguna vez. Naturalmente, puede haber una pequeña pausa. Puede ser que la guerra tenga que recobrar el aliento, incluso, puede tener, por decirlo así, un percance. De eso nadie está a salvo, no hay nada perfecto en la tierra. Una guerra perfecta de la que se pudiera decir que no se le podía reprochar nada quizá no exista nunca. De pronto puede tropezar con algo imprevisto, nadie puede pensar en todo. Un descuido, y se produce el desastre. ¡Y entonces hay que sacar a la guerra de toda esa porquería! Pero los emperadores y los reyes y el Papa la ayudarían en su desgracia. De manera que, en conjunto, la guerra no tiene nada que temer y le espera una larga vida.
[…]
ESCRIBANO: A la larga no se puede vivir sin paz.
EL PREDICADOR: Yo diría que en la guerra hay también paz, tiene sus momentos pacíficos. Porque la guerra satisface todas las necesidades, entre ellas también las de paz; se ha previsto así porque, si no, no podría mantenerse. En la guerra se puede cagar lo mismo que en la paz más absoluta, y entre batalla y batalla tomar una cerveza, y hasta en las marchas se puede echar una siesta en la cuneta, con el codo como almohada, eso siempre es posible. Durante un asalto no se puede jugar a las cartas, pero tampoco puedes hacerlo trabajando en el campo en la paz más absoluta, y después de la victoria hay oportunidad. […] ¿Y qué te impide multiplicarte en medio de la carnicería, detrás de un granero o en cualquier otro sitio? A la larga no te lo pueden impedir, y entonces la guerra tiene sus retoños y puede continuar con ellos. No, la guerra encuentra siempre una solución, qué menos. ¿Por qué tendría que cesar?
04 domingo Abr 2010
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inpor fotodiagramas